Los problemas sociales del siglo XXI se alejan mucho de las simples fronteras políticas. Exponen una moralidad limitada, una valoración de la vida humana
basada enla estabilidad política de una nación. Hablo de las miles de personas que huyen de sus hogares, costumbres y recuerdos, emprendiendo un viaje
de miedo, peligro y soborno. Solo para terminar en tierra de nadie, su esperanza se desintegra cuando chocan contra el muro blindado que llamamos
Europa. A su llegada son trasladados a “áreas habilitadas” para esperar el llamado “nuevo futuro”. Su destino final se transforma en un limbo terrible donde
estos miles están confinados en campos de refugiados. Lugares sin tiempo, sin derechos a los que obligaron a instalarse en las llamadas “zonas de bienvenida”
(campamentos o edificios decrépitos).
En este caso nos encontramos en Katsikas, frontera con Albania.